¿Qué historia nos puede contar una madre que también es guardaparques?
Hace 12 años, inicié una aventura de la que no me arrepiento: convertirme en protectora del Parque Nacional Isla del Coco. Sí, yo soy una de las cuatro mujeres guardaparques que hay actualmente en el Parque Nacional Isla del Coco. Mi hogar también es ese pedacito de tierra ubicado a más de 540 kilómetros desde las costas de Puntarenas.
Más de una década ha transcurrido desde que salí de Colorado de Violey de Buenos Aires de Puntarenas, confiando en que mi esposo, dos hijos y tres nietos, estarían bien. No les niego, al inicio alejarme de ellos fue muy difícil, sinceramente nunca me había apartado tanto tiempo de mi familia, pero hoy, al ver hacia atrás, puedo decirles que la experiencia ha sido enriquecedora y llena de satisfacción. Y ya aprendí a hacer un balance durante el mes que me toca estar trabajando y los 22 días de descanso.
Agosto es un mes muy emotivo y aún más cuando la celebración del día de la madre me toca festejarlo alejada de los seres queridos, los sentimientos afloran. Por fortuna, la tecnología nos mantiene unidos y a través de video llamadas o una llamada por vía normal, nos permite recordarnos lo mucho que nos amamos.
Cuidar las aguas del tesoro marino de Costa Rica, no solo me ha permitido proteger el ambiente y estar cercana a especies inigualables, sino que también con mi ejemplo, he motivado a mis hijos a estudiar y superarse. A mis casi 52 años de vida y con 34 años de matrimonio, lo único que deseamos como padres es aprovechar el tiempo al máximo y replicar la experiencia para tener una vida más bonita.
Para una madre nunca es fácil estar lejos de sus hijos, pero hoy al verlos como hombres maduros y viviendo plenamente sus vidas, sé que las decisiones han sido las correctas.
Disfruto cada vez que patrullamos y logramos reafirmar el cuidado del espacio marino del Área de Conservación Marino Cocos; además, tengo a cargo la cocina junto con otras dos personas. Dentro de la Isla, mi día arranca a las 4:30 de la madrugada: desayunos, café, almuerzo, meriendas, cenas. Todo lo preparamos con amor para que más de 15 personas puedan salir a cuidar la joya natural costarricense. En esta actividad pongo mi cuchara y hasta ese sentimiento de protección maternal, que les diré, eso es parte del ADN cuando somos madres.
Las historias durante mi carrera como guardaparque son muchas, pero lo que más me marca es valorar más a mi familia. Estamos divididos por el mar, pero el amor hacia mis hijos se mantiene intacto y por ellos soy fuerte.
Soy Marta Bogantes, una bonaerense que ama la Isla del Coco, trabajando como guardaparque y que con mi ejemplo quiero llegar a otras mamitas para luchen por sus sueños, no se olviden de que somos el espejo que nuestros hijos observan y el proteger el patrimonio natural marino de Costa Rica también es un legado que dejo a mis hijos y a las futuras generaciones.